19 julio 2007

El australiano que dijo "no" a US$ 5.000 millones por su tierra



A algunos les parecerá un tonto que pierde la oportunidad de su vida. A otros, en cambio, los enternecerá su conmovedor amor a la historia familiar y sus antepasados. Pero a sus 36 años de edad, el australiano Jeffrey Lee es el fiel testimonio de que aún hay cosas que el dinero no puede comprar. Ni siquiera con una jugosa oferta de US$ 5.000 millones por un pedazo de tierra en el medio del desierto.

Lee se ha hecho famoso porque acaba de decir "no" a Areva, la mayor compañía mundial en su tipo en el área nuclear, que quiere extraer uranio en un terreno de 12 kilómetros cuadrados en la región de Kongarra, en las afueras del parque nacional Kakadu, según una información publicada ayer por el diario The Age de Australia.

"Hay sitios sagrados aquí, hay tumbas y otros lugares especiales que es mi responsabilidad cuidar", dijo Lee, último sobreviviente del clan Djok y el guardián de Koongarra, donde sus antepasados están enterrados junto a 14.000 toneladas de uranio, ese rocoso objeto del deseo por el que la minera francesa ha intentado cubrirlo en oro.

Sin embargo, el dinero no vale nada cuando no puede comprar la voluntad de un hombre. "El dinero no me interesa. Tengo un trabajo; puedo ir a pescar y cazar. Eso es todo lo que me preocupa", declaró al diario. Es que Lee ha jurado proteger su hogar para que puedan heredarlo en el futuro sus hijos. Su deseo es que el parque sea considerado patrimonio natural por la UNESCO. Y posiblemente tenga éxito porque logró apoyo del gobierno.

La determinación de Jeffrey Lee es encomiable. Amante de la naturaleza, dice que su padre y abuelo estuvieron a favor de abrir la tierra a la minería cuando fue descubierto el uranio en 1970. "Les ofrecieron coches, casas, pero nadie les dijo lo que hace el uranio", afirmó Lee.

Cuando se le piden razones por su conmovedor apego al lugar, la calidez de sus palabras es tan penetrante como el aire del desierto: "He escuchado todo tipo de historias sobre esta tierra apoyado en el hombro de mi abuela y aquí aprendí todo lo que necesito saber y eso lo quiero pasar a mis hijos", dice. Cuenta la leyenda que en la zona descansa un lagarto gigante, el cual no debe ser molestado. "Es mi creencia que si tú molestas a la tierra, ocurren cosas malas. Habrá inundaciones, habrá terremotos y la gente tendrá graves problemas", profetiza.

Su sueño parece cada vez más cerca, aunque hay un problema. Como único superviviente del clan Djok, Lee aún no tiene hijos a los que ceder la tierra. "Estoy viendo qué puedo hacer con ello", afirma con picardía.

(Clarín)