La primera empresa italiana es el crimen organizado, la mafia, sobre todo presente en el sur del país, con una facturación de 130.000 millones de euros al año y unos beneficios netos que alcanzan los 70.000 millones, según un informe que presentó la asociación de empresas Confesercenti.
Los negocios de la mafia suponen así el 6 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) del país, según dicho documento. Además de la facturación, Confesercenti denuncia cómo los negocios ilegales que maneja el crimen organizado, como la usura, que afecta a los ingresos de 180.000 comerciantes nacionales y la falsificación de productos.
La mafia además controla actividades ilegales como el tráfico de drogas, de personas y de residuos tóxicos, y también se infiltra en importantes segmentos del comercio: los mataderos, las lonjas de pescado, la restauración, el sector turístico y de la construcción, los hornos del pan, e incluso los negocios de pompas fúnebres. Al igual que el sistema empresarial de cada país, las cuatro grandes mafias italianas 'Ndrangheta (de Calabria), Camorra (de Campania), Cosa Nostra (Sicilia) y Sacra Corona Unita (Apulia), "se subdividen en pequeñas y medias empresas, autónomas entre ellas, pero con un mismo modelo jerárquico", se lee en el informe.
El estudio explica, por ejemplo, que en la provincia de Nápoles, en el sur, se han localizado hasta 1.300 hornos y 2.500 panaderías ilegales y que es el pan más vendido, "a pesar de ser más caro que en el resto de los negocios". También se ha calculado que las infiltraciones mafiosas en la venta del pescado, excluyendo la pesca ilegal, llegan a los 2.000 millones de facturación, con un total de 8.500 negocios implicados.