El maltrato no es bueno para nadie |
Una empresa mayorista del rubro librería deberá indemnizar a uno de sus empleados por daño moral. La Cámara Laboral evaluó que "las condiciones de trabajo en el establecimiento eran objetivamente denigrantes y hostiles" debido a los malostratos de los dos encargados jerárquicos, que la empresa "permitió y toleró".
Los integrantes de la Sala Segunda de la Cámara, Miguel Ángel Maza, Graciela González y Miguel Ángel Piropo, coincidieron en señalar que "No se ha invocado ni acreditado que (la empresa) hubiese tomado medida preventiva o sancionatoria alguna al respecto pese a sus características ostensibles y públicas dentro del ámbito laboral".
"Nos tildaban de inservibles a todos los empleados, que no sabían hacer bien las cosas, tanto con relación a las ventas como con relación a sistemas... te negaban el saludo" y se referían a alguno de ellos como "boludo, no sabe hacer nada, fijate como hace las cosas que se manda cagadas", relató el trabajador, que se consideró despedido por los malos tratos. "El trato desconsiderado, desagradable y descortés que imperaba en la empresa" ocurría, incluso, en reuniones grupales y delante de terceros.
Los camaristas consideraron que la empresa "no cumplió siquiera básicamente su deber constitucional de garantizar condiciones de trabajo dignas ni la obligación legal de seguridad e higiene en el empleo, al permitir condiciones y un ambiente de labor nocivos". Y agregaron "Se ha comprobado la responsabilidad personal de los superiores jerárquicos que implementaron un clima general y personal hostil por el que el principal debe responder no sólo por pesar sobre sus hombros dichas obligaciones sino también por resultar titular del pleno poder de organización y dirección de la empresa".
En ese sentido, los camaristas destacaron que "la facultad legal del principal a organizar la empresa y dirigir al personal de ninguna manera da derecho a agredir, hostilizar, denigrar y atacar la autoestima de los trabajadores, aún cuando se pueda aceptar un alto grado de exigencia y rigor sin que los jueces en principio deban tener injerencia al respecto".
Testimonios de empleados coincidieron en señalar que "Era común el maltrato con insultos y menosprecios frecuentes y generalizados... era una práctica repetida calificar al personal de 'tarados' o 'inútiles' en las reuniones grupales. Los controlaban hasta cuando iban al baño, se los sometía a constantes reproches aún cuando se hubieran cumplido los objetivos fijados".
Al dictar la condena, los camaristas evaluaron que "El hecho de que la empresa haya al menos permitido comportamientos humanos tan reprochables... se reconoce como idóneo para provocar daño un ambiente de trabajo agresivo, hostil y denigrante, que puede ser consecuencia de inadecuados estilos de dirección".
Fuente: Clarin.com
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